domingo, 7 de octubre de 2012

Esperando a la Luna, esperando al Sol. Crónica de dos citas.

            Viernes por la tarde, dan viento suave del sur para hoy y más fuerte para mañana por la mañana. Salgo por la desembocadura del Bidasoa sobre las 18´30 h, el plan previsto, ver como se oculta el Sol por el Oeste y esperar a que regrese por el Este. Entre ambos momentos dormiré acunado por el mar dentro de Zaldi, su litera de Babor ya la he hecho mía, manías que tiene uno.
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          Navego a la francesa, sopla una suave brisa del Sur y solo con la génova voy avanzando hacia el norte, suave, muy tranquilo, no llego ni a 2 nudos, pero no me importa, no tengo prisa. Navegar en silencio se ha convertido en algo casi necesario para mí, solo tendré que sobrepasar el Cabo de Higer y podré contemplar como el astro rey se despide hasta mañana, cita a la que yo no faltaré. Veo por la proa que están fondeando ya muchas pequeñas embarcaciones dispuestas a pescar txipirones al atardecer. De esa forma, solo con el génova, sobrepaso el faro que indica la entrada a la bahía de Txingudi y me dispongo a ver el espectáculo.
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        Me quedo al garete, y disfruto viendo como el Sol, que ya no se oculta en el mar, se esconde mientras su tonalidad pasa del amarillo al casi rojo. Las primeras estrellas tintinean en el cielo y dejo que la oscuridad me vaya envolviendo poco a poco. El haz del faro de Higer ya trabaja desde hace un buen rato, lentamente las luces de la costa se vuelven más brillantes y enseguida llega la noche. Se levanta una brisa del sur algo más fuerte y decido izar la mayor. Compruebo que el viento me llega justamente desde la desembocadura del Bidasoa, sopla perpendicularmente desde tierra, ya imagino todo lo que me va a costar entrar a la bahía más tarde, tendré que ceñir continuamente, espero que para entonces ya se hayan retirado muchas de las embarcaciones que han fondeado para pescar…
       La brisa que me impulsa no es demasiado fuerte y navego entre dos y tres nudos de velocidad, muy tranquilo, sumido ya en la oscuridad, una oscuridad que se rompe unicamente por la luz mi farol que he puesto en popa. Navego hacia el SE en dirección a las Gemelas de Hendaia, luego mi intención es virar hacia el SW y aproximarme hacia el interior de la bahía, quiero ir a dormir a las boyas que están situadas frente a la escuela de vela, ya veremos si consigo completar la maniobra.
          Mi idea era buena, pero tengo aún por delante bastantes embarcaciones fondeadas que me impiden navegar con seguridad en la noche, asi que tras arrimarme un poco hacia el interior de la bahía decido arriar las velas e irme a motor a la boya de fondeo que me espera en lugar resguardado. Una vez amarrado y asegurado el barco en ella me preparo la cena, me tomo un café mientras observo a los pescadores que están colocados en el espigón que tengo enfrente. Mañana tengo que madrugar, quiero esperar al sol allí afuera, navegando de nuevo, por ello decido irme a dormir sin alargar este momento más. Mecido por un suave movimiento me dejo caer en los brazos de Morfeo…
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        El sonido del chapoteo del agua contra el casco del barco me despierta, compruebo la hora y veo que son las 5´45 h, decido levantarme, desayuno tranquilo mientras me voy dando cuenta que el viento sur sopla ahora con más fuerza, no parece que excesivamente pero si con cierta virulencia… Con el estómago caliente me suelto de la boya y salgo con las velas listas para ser izadas enseguida. Apenas he avanzado 200 metros separándome del espigón que me daba cobijo cuando decido sacar el trapo, me coloco de proa al viento e izo la mayor sin perder tiempo. Nada más izarla me doy cuenta que el viento tiene una fuerza importante, pero no me lo pienso más e izo también el génova.
        Ahí tuve un error, no debería de haber izado el génova, tenía que haberme dado cuenta de la intensidad del viento antes de abandonar la boya y debí de colocar un foque en la proa. Aún es noche cerrada y veo que salen de nuevo muchas pequeñas embarcaciones a pescar colocándose de nuevo fondeadas en la bahía. El viento arrecia y me cuesta hacerme con el velero, me escora descaradamente y me obliga a largar escota de la mayor en varias ocasiones, entre tanto intento buscar un pasillo entre las lanchas fondeadas que me permita salir a mar abierto, la cosa no tiene buena pinta, el viento es duro y recorro la bahía en dirección Este buscando un hueco seguro. Pero no me fío, voy a más de 5 nudos de velocidad en ocasiones y tratar de gobernar mi embarcación en la oscuridad se me antoja hasta casi peligroso mientras observo las lucecitas de las embarcaciones fondeadas frente a mi. Tomo una decisión, voy a espera al amanecer dentro de la bahía, luego con la luz del día podré salir con más seguridad. Me divierto un rato navegando a oscuras, son ya las 7´20 y una tenue luz aparece por el Este, el Sol llega a su cita. El viento no cesa y no me queda mucho tiempo para disfrutar del amanecer, el barco se lleva toda mi atención, saco como puedo algunas fotos y grabo algo de vídeo.
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       La luz se va estableciendo en la bahía y ya veo un paso que me dejará salir tranquilo, lo hago solo con la mayor izada y dos rizos cogidos. El ventarrón me entra de aleta y salgo enseguida más allá del Cabo de Higuer. Vuelve a incrementarse la fuerza del viento y se me antoja ya demasiado fuerte para mi, tomo una decisión, voy a volver a puerto, no me parece seguro intentar navegar en un velero de 6 metros con semejante viento racheado del Sur, arranco motor y pongo proa a tierra. Al llegar justo a la desembocadura del Bidasoa me doy cuenta de que el viento ha bajado su intensidad, ya no tiene esa furia de antes, aún es notable su empuje pero ya parece gobernable, espero un par de minutos en esa posición y compruebo que se mantiene el descenso de fuerza, no me lo pienso más, me coloco en proa y cambio el génova por un foque, voy a salir de nuevo a navegar un poco y no quiero cometer el mismo error dos veces. El mar está como un plato pero en estos momentos hay un viento delicioso para navegar, lo hago ahora disfrutando muchísimo y en el gps veo que llego a los 5 nudos. Tras estar una hora más navegando, decido poner el punto final a esta pequeña aventurilla. No me cabe ninguna duda que poco a poco Zaldi y yo nos vamos conociendo mejor.
Las 23 millas navegadas
Captura