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domingo, 15 de enero de 2017

Homo humidi

Le ha costado llegar al primer temporal, pero ya lo tenemos encima, lluvia, granizo, nieve en las montañas, termómetros a la baja y el elemento principal de esta ensalada invernal, viento del NW de 30 nudos. La mar se ha puesto su traje para estas ocasiones y las olas se levantan furiosas varios metros, el horizonte ha quedado limpio de embarcaciones.


El Cantábrico tiene ese color gris acero que delata su estado y fuera de la bahía se ven olas rompiendo en mar abierto. Es así, es un temporal de invierno, nuestras fosas nasales por fin se despejarán tras un atípico otoño más seco que la mojama y los cuerpos recobrarán el grado de humedad al que aquí estamos acostumbrados.
En el puerto refugio, las embarcaciones de bajura esperan a resguardo a que llegue la temporada del verdel o caballa y fuera, contra el muro, rompen contínuos embates del mar que descarga su rabia en la costa.

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En la bahía, mientras tanto, las olas entran desbocadas como si tuviesen prisa por morir, llegan a la playa hechas un amasijo de espuma mientras los surfistas se adueñan de ellas olvidándose de a que temperatura está el agua. Esta claro que las grandes olas no nos afectan por igual a todos nosotros, a los que trabajan en la mar les obliga a quedarse en casa, para otros es la ocasión de divertirse.
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Pero no solo el temporal afecta a la mar, muy cerca de la costa se levantan las primeras montañas de cierta altura, allí, el viento frío cargado de humedad, ha dejado mucha precipitación que a partir de cierta altura ha caído en forma de nieve. La imagen de las montañas nevadas cerca de la costa suele ser preciosa, idílica diría yo.

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El invierno parece que por fin ha llegado, durante unos meses volveremos a ser los “homo humidi” de siempre. La lluvia, el frío y el viento serán habituales y en el pueblo la gente, como hacen los rebaños de ovejas en las bordas de la montaña, se refugiará en las tabernas mientras hablan del tiempo tan malo que hace… Pasear, ahora cerca del mar, se convertirá en casi una quimera y nuestro pueblo, Hondarribia, que durante el verano y los fines de semana de buen tiempo se abarrota de foráneos, quedará vacío por un tiempo.
De vez en cuando, con suerte, habrá una ventana de buen tiempo y si la mar lo permite saldré a navegar algún día sacando las velas al viento, navegar en invierno tiene una ventaja, son pocos los que se animan.