A menudo he intentado acercar la mar y la vela a diferentes amigos y conocidos, la respuesta a mi invitación ha sido en la mayoría de los casos frustrante. Frases del pelo “soy de secano”, “el mar y yo nos llevamos mal”, “soy de tierra adentro”, “seguro que me mareo”, me han dejado más que pensativo, atónito diría yo…
¿De verdad da tanto miedo embarcarse en un pequeño velero para disfrutar de la vela en una bahía? Me sorprende ese amor obsesivo por tener los pies en tierra firme. Es cierto que desde hace siglos los hombres que se embarcaban tenían cierta aura de insensatez, vaya, que se la jugaban al navegar…
¿Qué hace que ha día de hoy aún continúen sufriendo de esos irracionales miedos tantas personas? También es cierto que a los que he conseguido arrastrar a bordo han vuelto con una sonrisa en la boca, pero como he dicho, son los menos. ¿Se nos estarán olvidando las sensaciones de libertad, lo que sentimos cuando disfrutamos de la naturaleza en su máxima expresión? Sea lo que fuere es una verdadera lástima que esto ocurra, somos parte de este planeta y sus fuerzas y saber convivir y disfrutar de todo ello es fundamental. He disfrutado, y aún lo hago, de las montañas, de las profundidades submarinas, y ahora lo hago saboreando las brisas que recorren la superficie del gran azul dejándome llevar por esa fuerza invisible que se llama viento. En todos esos lugares he intentado ser parte del medio, impregnarme de las sensaciones vividas. Llegar a una cima, visitar un pecio escuchando solo mi respiración, observar a los habitantes de las profundidades, y ahora, navegar con el sonido del viento ululando en los obenques, todo ello me ha proporcionado, como dijo un buen amigo mío, “sensaciones acojonantes”.
Por todo ello creo que bien vale olvidarse de esos miedos, dar un paso adelante, confiar y disfrutar. Quien sabe, tal un día pueda disfrutar emulando a Icaro…
4 comentarios:
Aupa Fernando.
No te falta razón, cuando invitas a los cuatro vientos a navegar en tu velero, lo que debería de haber es una cola de aquí a Roma. Y evidentemente yo estar en ella.
¿Las razones? pueden que sean varias.
Ahora bien, la búsqueda de la libertad que dices es opinable.
Para muchos la mar será una búsqueda de la libertad, pero también puede ser una cárcel y el barco su carcelero (más de un profesional de la mar pensará eso). Y por contra, habrá quien en sus cuatro paredes se sienta el más libre del mundo.
No creo que la libertad, tal cual, esté en la base de que la gente acuda o no a tus salidas.
Ojalá fuese así de fácil encontrar o dar con la libertad.
¡Huy! qué crítico me he puesto, espero que no me tires por la borda cuando me embarques.
Te lo dice uno que vive a 800 metros de espaldas al mar.
Un abrazo.
Alberto
Para nada Alberto, si a alguien no tiraría por la borda seria a ti...
Desde luego que el disfrute de la libertad no recae en venir o no a navegar, faltaría mas, era una forma de expresarme, de revelarme contra las personas que no miran mas allá de lo que tienen delante de ellos.
Como puedes leer las cimas y otros lugares tambien me ayudan en esa búsqueda de la libertad. Ya sabes, libertad, que palabra más bonita.
Cuidate mucho.
Fernando.
Fernando , no desesperes , yo tampoco lo entiendo , aunque sea probar ¿no?, será que somos diferentes ,no quiero decir mejores no se me malinterprete ,igual raros ,ja,ja,ja ,yo estoy deseando retomar mis clases de grumete , avísame cuando salgas y quieras compañía.
Un abrazo
Es verdad que algunos días salgo solo, me gusta hacerlo de vez en cuando. El año pasado Marta pudo venirse ya muchos días y tu Jose también navegaste unos cuantos. No cabe duda que navegar en compañía es más ameno, creo Jose que ya tienes confianza para avisarme cuando quieras venir, ya sabes que SIEMPRE eres bien recibido. Además, tengo pensado para este verano darte más información sobre el trimado de velas y la navegación, es más divertido cuando participas de algo y no solo te limitas a que te lleven.
Seguro que navegamos mucho juntos este año.
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