Que los romanos camparon a sus anchas en la zona del Bidasoa-Jaizkibel nos es ningún secreto, existen multitud de vestigios y se han recogido gran cantidad de restos que así lo demuestran. La desembocadura del Bidasoa fue un lugar estratégico para las legiones romanas. Irún y la zona de Hondarribia cuentan con varios puntos donde ha quedado demostrada la existencia de diferentes puertos y abrigos donde las naves romanas llegaron. Muy cerca del Cabo de Higuer está la conocida Cala de los Frailes, un lugar muy protegido de los golpes de la mar donde se han recogido de sus fondos muchos restos de aquella época.
Pero si rodeamos el Cabo de Higer y continuamos su costa hacia el oeste, a una milla y media de dicho cabo llegaremos a una escondida y protegida y ensenada conocida con varios nombres. Comúnmente se la conoce como “El Molino”, pero si se busca un poco en los mapas veremos que tiene otros dos nombres, uno de ellos muy oído, Cala de Artzu, el otro es Porto Moko. Yo he de confesar que este último nombre no lo había escuchado nunca hasta que me he puesto a rebuscar un poco.
Ayer salimos a navegar por la mañana y ya que hasta mediodía no anunciaban la llegada de viento decidimos dedicar el tiempo a visitar la mencionada cala. A pesar de no existir apenas viento, una mar de fondo de casi metro y medio hacia que algunas olas rompieran en la costa con cierta brusquedad, por ello dudábamos de nuestras posibilidades de poder entrar en la cala.
Yo ya conocía la cala de haber pasado junto a ella en algún paseo, hay que recordar que en el litoral del monte Jaizkibel existe un sendero que lo recorre de punta a punta y por él se pasa junto a varias calas, una de ellas Porto Moko. La cala tiene una entrada ancha, unos 100 metros, pero enseguida se reduce a menos de la mitad.
Porto Moko en bajamar
No obstante, la entrada es segura, no hay rocas ocultas bajo la superficie que dificulten el paso, y una vez dentro de ella estaremos totalmente protegidos de la mar de fondo que suele llegar del NW ya que esta orientada hacia el NE.
Ahora bien, la cala, dadas sus dimensiones, no es recomendable para grandes embarcaciones con un calado generoso. Ayer, nosotros entramos a media marea y no llegamos hasta el final de la cala, nuestro velero cala 1’2 metros y el ancla lo echamos en un fondo de pequeñas rocas con unos 3 ó 4 metros de agua. Pensamos que lo ideal sería entrar los días que exista menos de un metro de mar de fondo y fondear con dos anclas, una por proa y la otra por popa, evitando así los borneos. Es fácil encontrar aguas limpias en la cala pudiendo disfrutar de tranquilos baños y buceos.
El nombre de la “Cala del Molino” le viene dado por la existencia cerca de la orilla del fondo de los restos de un antiguo molino, dicho artilugio aprovechaba en otros tiempos la fuerza del arroyo Erramudi para moler maíz y trigo.
Este será posiblemente un destino para el siguiente verano, pasar noche fondeados con una predicción de tiempo asegurada será una bonita experiencia. Es fácil bajar a tierra con una pequeña embarcación inflable…
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