domingo, 7 de julio de 2013

Buscando el rayo verde.

       Julio Verne escribió en el siglo XIX la novela “El rayo verde”, en ella se narra la búsqueda por parte de dos personas de ese inusual fenómeno óptico. El rayo verde sucede solo bajo ciertas condiciones muy especiales de la atmósfera. En realidad no es un rayo al uso lo que se ve, es un pequeño reflejo que se sitúa justo encima del sol en el momento último del ocaso.

        Ayer, emulando a los personajes de la novela de Julio Verne, salimos mi amigo Jose y yo en busca del deseado “rayo verde”, el fenómeno no lo vimos, pero los minutos finales del día viendo al sol zambullirse por el NW en el Cantábrico, fuero apoteósicos…

        Al salir de puerto notamos poco viento dentro de la bahía, nos cuesta un rato escapar de la influencia del monte Jaizkibel que detiene los vientos cuando soplan del W. Pero una vez conseguido llegar a la altura del Cabo de Higer, la brisa comienza a dejarse notar y pronto navegamos a 4 y 5 nudos. Hay cierta mar de fondo lo que hace la navegación más movida que en otras ocasiones, pero esas ondulantes olas auguran una vuelta muy divertida, pues entonces nos llegarán por la popa.

       Salimos unas millas hacia el Norte solo nosotros y otro velero que vemos por estribor, parece que nadie más quiere ver el espectáculo. Rápidamente dejamos atrás el faro de Higer y enseguida notamos como el sol ya va cogiendo tonos más naranjas mientras cae hacia el mar. Poco a poco va descendiendo, mientras tanto nosotros seguimos navegando hacia el N viendo todo aquello. El mar quiere contribuir al momento y la superficie se tranquiliza algo. Pronto sacamos las cámaras de fotos y comenzamos a disparar y grabar vídeo, son unos minutos…sublimes.

      El sol ya se ha ido, el otro velero que veíamos decide dar la vuelta, nosotros esperamos aún unos minutos. La oscuridad se va acercando y al rato ponemos proa a Hondarribia, el viento nos entra ahora por estribor. Comienza el surfeo con las olas, apenas llegan al metro y medio pero es suficiente para hacernos pasar un buen rato. Zaldi nos trae a casa sobrepasando los 5 nudos y a la altura del faro de Higer la oscuridad ya es total. No tardamos en volver a notar la influencia del monte Jaizkibel haciendo de barrera al viento del W, la velocidad disminuye y nos acercamos al estuario del Bidasoa a 2-3 nudos. Situados frente a la playa de la localidad costera decidimos arriar velas y ponemos motor.

     Tanto Jose como yo hemos disfrutado de nuevo con el viento. El rayo verde no ha acudido a la cita, ello nos vale de excusa para volver a salir otro día de nuevo y buscarlo allí lejos, en la línea del horizonte.