jueves, 29 de enero de 2015

Libros que envenenan

            Pablo Neruda escribió, “muere lentamente quien no viaja ni lee, quien no sueña, quien no confía, quien no lo intenta”. Creo que me estoy haciendo inmortal, viajar he viajado lo suyo, leer, todos los días lo hago desde luego, soñar, ya lo creo que sueño, hasta despierto, confiar, mi padre me decía que soy demasiado confiado, e intentarlo lo hago una y otra vez. Así pues, cumplo todos los requisitos nombrados por el poeta chileno y poco a poco me hago inmortal…

          Imagino que mi afición por la lectura se la debo en parte a un profesor que tuve en la época de estudiante, de alguna manera supo inocularme ese vicio que curiosamente va a más. El periodista Manu Leguineche, viajero empedernido, ya lo dijo, “lo importante son esos libros que estimulan el viaje y que hacen que un día tarde o temprano aparezcas por allí”.

          Mi último libro leído ha sido "La isla olvidada", hacía tiempo que no disfrutaba tanto con una lectura. Este será uno de esos títulos que volveré a leer, que no releer, de principio a fin. Su autor, Lluís Ferrés Gurt, nos lleva de la mano por la historia del Mediterráneo mientras lo recorre en su velero visitando islas, pueblos y bahías, de las que a buen seguro no hemos ni tan siquiera oído hablar. Durante la lectura, Lluís nos traslada muchos siglos atrás, cuando culturas ya extintas poblaban las riberas del Mare Nostrum. Conoceremos de primera mano historias de los pescadores de los grandes atunes rojos del Mediterráneo, de recolectores de esponjas, de coraleros etc. Conoceremos islas, puertos y fondeaderos con nombres casi secretos, alguna de esas ínsulas no están tan siquiera habitadas, aunque siglos atrás lo estuvieron. Lluís habla con el pueblo, con personas comunes, habitantes de lugares casi olvidados donde, más que vivir, podríamos decir que sobreviven. Y son precisamente esas personas de vida humilde, las que nos pueden abrir los ojos, las que nos muestran que la felicidad no radica en lo que tenemos.

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        Navegando en su Cape Dory 33 Lluís Ferrés cruzará el Mediterráneo de poniente a levante visitando islas italianas, tunecinas y griegas. Parte de Port Lligat, un lugar, como los que visita en su periplo, sencillo, sin grandes infraestructuras portuarias, pero todos ellos rebosantes de historias que el autor nos narrará con gran precisión.

        Para hacer la lectura más entretenida lo he hecho de la siguiente manera, mientras leía tenía abierto en el ordenador el Google Eart, y con la capa de Panoramio marcada para poder ir viendo las imágenes subidas de los lugares en los que Luís Ferrés recala. “La Isla Olvidada” no es un libro de navegación al uso, que nadie esperé, como ya lo dice el autor, descripciones de maniobras marineras, o de espectaculares narraciones mientras se navega en una dura ceñida, es como se puede leer en la portada, un periplo por el Mediterráneo más modesto.

Una pequeña recopilación de imágenes de los lugares que se narran en el libro.

jueves, 1 de enero de 2015

Terminando el año.

             Con un cielo que recordaba más a una primavera en el Mediterráneo que al Cantábrico en un invierno recién comenzado, despedí ayer a este año 2014 con una fuerte helada sobre la cubierta del Siracusa
La cubierta helada.
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        Después de varias semanas de mal tiempo y mala mar por fin hay una tregua, dejo que el sol coja altura y abandono el pantalán a bordo del Siracusa a media mañana. He encontrado la cubierta con una buena capa de hielo, algunos aparejos, los carros de las escotas particularmente, están bloqueados por la helada. Una vez liberados salgo a la bahía de Txingudi aprovechando una ligerísima brisa terral del SW. Las predicciones hablan de un suave viento de entre 6 y 10 nudos del E para la mañana, ya veremos…
         El mar está como un plato y el terral sigue impulsándome mientras navego de aleta, primero amurado a estribor y luego a babor. A eso de las 12’30 h cesa la brisa del S, durante unos minutos me quedo parado, el resto de los veleros que veo cerca están igual que yo, normalmente estos parones de viento a media mañana suelen ser la antesala de un cambio de dirección del viento. No me equivoco, en apenas 10 minutos un helador y anunciado viento del E comienza a soplar con algo más de fuerza que antes, la sensación de frío aumenta y me cubro bien. El día está radiante y a pesar de la baja temperatura disfruto todo lo que puedo. Navego hacia el N, procuro hacerlo dándome el sol. Tras navegar unas pocas millas hacia afuera decido dar la vuelta, giro y pongo proa hacia puerto, Siracusa navega de fábula con estas condiciones.
         He aprovechado la horas centrales del día y a las 15 h. amarro de nuevo el barco. No ha estado mal como despedida del año, ojalá el 2015 traiga muchos días como este.