domingo, 30 de septiembre de 2012

El último bajo la montaña más alta

          Mañana domingo daré por terminada mi tarea con el libro “Más allá del horizonte”, habéis sido muchos amigos los que habéis querido formar parte de mi sueño. Por fin estarán entregados todos los libros pedidos, el último llegará a las manos de su dueño a los pies de Aizkorri, la montaña más alta de Euskadi, que mejor escenario para concluir el trabajo.
P1020170 [DVD (NTSC)]

sábado, 15 de septiembre de 2012

Como la magia, pero de verdad…

      Tras la primera experiencia nocturna a bordo, había que repetir. Tenía pendiente desde hacia un tiempo una visita de mi amigo Jaime, que mejor escenario para saldar la deuda que un atardecer de verano a bordo de mi velerito.
      Para Jaime no ha sido ni mucho menos su primera navegación, pero para mí si ha sido la primera con él, un placer. Las previsiones eran buenas, viento suave de 7-9 nudos de NNE, buena mar, y tiempo bastante despejado. Nuestros planes pasaban por navegar en la oscuridad unas cuantas millas tras ver el atardecer, luego regresaríamos a la bahía de Txingudi para cenar y dormir a bordo. Pero está vez el viento no cumplió y falló en su cita, nos dejo tirados… Apenas pudimos sobrepasar el Cabo de Higuer, allí el mar se volvió una balsa de aceite, disfrutamos mucho del mágico atardecer pero ya veíamos que tendríamos que regresar a motor. La oscuridad llegó tras irse a dormir el astro sol y nosotros nos dirigimos a la boya de unos amigos dispuestos a pasar la noche fondeados.
        Como es costumbre en Jaime, trajo una cena suculenta, calentamos una buena cazuela de carne guisada con hongos que regamos con txacoli. Luego llegó el café que alargó la tertulia, cerca ya de medianoche cerramos los ojos en las literas y soñamos con sirenas…
Durante el atardecer conseguimos sacar una bonita colección de fotos. Son momentos en los que la magia hace acto de presencia, solo hay que creer en ella para poder verla, de verdad…
Jaime
 Atardecer con Jaime (2)



El sol se escode tras el faro
Atardecer con Jaime (5)

Comienzan los juegos de luces
 Atardecer con Jaime (7)

El sol por proa
[Atardecer con Jaime (9)
 
Una txipironera solitaria
Atardecer con Jaime (13)

Foto de Jaime junto al faro.
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Cielo amarillo, ( foto de Jaime )
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Con viento de popa ( foto de Jaime )
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Sin palabras ( foto de Jaime )
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El extremo del Cabo de Higuer ( foto de Jaime )
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Bajo la botavara ( foto de Jaime )
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El autor ( foto de Jaime )
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domingo, 9 de septiembre de 2012

Mi primera noche

         Llevaba ya tiempo con la idea en la cabeza, pero se tenían que alinear, como lo hacen en un eclipse la luna, la tierra y el sol, diversos factores para que me decidiese a salir a navegar buscando mi primera noche. Este pasado viernes se dieron las condiciones esperadas, un finde por delante, buen tiempo, buena mar, viento suave, y compañía. Esto último no tenía que ser obligatorio, pero si podía ser mi primera noche prefería compartirla. Un amigo de Donosti se apuntó a la experiencia. Tras haber visto el reportaje de Hooper mis ganas habían aumentado, ¡ tenía que hacerlo ya !
        Mi velero no tiene instalación eléctrica, asi que el tema de iluminación estaba claro, tendría que ser con batería recargable o pilas. Para las luces de costado he colocado dos portátiles con pila que me dan, según el fabricante, una autonomía de unas 6 horas, más que suficiente para lo que yo quería hacer, mi idea era estar unas 3 horas como mucho a oscuras. Para la luz de popa opté por un potente farol de batería recargable que podía convertirlo de "luz de alcance a luz todo horizonte" fácilmente. Navegando a vela lo utilizamos de “luz de alcance”, y cuando entramos a puerto a motor con las velas abajo lo usé como luz “todo horizonte”.
      Una vez resuelto el tema de iluminación solo quedaba soltar amarras, sobre las 19 h salíamos por la desembocadura del Bidasoa. No había mucho viento, bueno, mejor diré que había poco…
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         Al final de los espigones, en la salida al mar, subimos velas. Allí estuvimos unos minutos intentando que las velas recogieran algo de brisa, pero nada, el poco viento que había llegaba del Oeste y el monte nos tapaba ese costado. Optamos por bajar el génova y salir un rato más a motor con la mayor arriba. Avanzamos hacia el norte unos 10 minutos más y pronto nos dimos cuenta que empezaba a entrarnos por el costado de babor una suave brisa, no lo dudamos, volvimos a subir el génova y paramos motor, las velas comenzaron a recoger viento y empezamos a navegar suavemente, entre 2 y 3 nudos de velocidad. Sobrepasamos el Cabo de Higuer y la brisa aumentó algo, hacíamos un través hacia el norte que nos llevaba a 4 nudos. El sol comenzó a caer volviéndose una bola naranja.
Zaldi navegando hacia el Norte
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Mi compañero disfrutando                                                      
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Una bola de fuego sobre el mar
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Yo también disfruté con el espectáculo.
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       Allí, a unas 5 millas del Cabo de Higuer esperamos a la noche, fueron unos minutos para saborearlos… Y nunca mejor dicho por que aprovechamos para cenar algo mientras las tinieblas se iban adueñando del mar. Tras la fugaz cena, pusimos proa a Hondarribia y pude comprobar la enorme utilidad que proporciona un faro en la costa, fue nuestra referencia en todo momento para volver a puerto, bueno, el faro y el GPS… El suave viento no cesó en ningún momento mientras estuvimos fuera, incluso se intensificó algo en algunas pequeñas rachas y nos llevó hacia tierra sobrepasando los 5 nudos en ocasiones, íbamos envueltos en una oscuridad un tanto inquietante… Escuchar el mar en la oscuridad es algo a lo que no estamos acostumbrados, yo al menos.
Se ven algunas luces de la costa y un punto brillante, que es el faro de Higuer, a la derecha de los obenques
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        Una vez situados frente al Cabo de Higuer comencé a identificar otras señales luminosas, la marca luminosa del espigón del puerto de pescadores, las luces roja y verde que delimitan la desembocadura del Bidasoa etc. Creo que fue toda una lección práctica de navegación nocturna.
       Tras situarnos frente a la bocana del Bidasoa, el viento disminuyó sensiblemente y entramos a motor por el estuario. Para mi ha sido una experiencia fenomenal, de nuevo he podido aprender nuevas cosas, creo que repetiré pronto si se vuelven a dar las condiciones. Navegar de noche tiene algo de mágico.

jueves, 6 de septiembre de 2012

El viento de la felicidad

        En mi hacer diario estoy rodeado de ruidos de motores, de un ir y venir de cajas apiladas de pescado, del bullicio de los que compran y de los que venden, de un penetrante olor a salitre mezclado con gasoil… . Cuando acabo el trabajo a primera hora de la tarde siento que necesito escapar de todo ese ajetreo que muchos días llega a saturarme.

        Hace poco pude escuchar a un navegante argentino que debía de pasarle algo parecido a mi. Él vive, para suerte suya, en un barco y a menudo al regresar a su morada flotante después del trabajo, pone tierra de por medio. Durante unas horas suelta amarras, se va a la mar. Allí, dice el, encuentra la felicidad, el viento se la trae.

        Llevo probando su terapia unas cuantas tardes, si consigo convencer a algún amigo para que me acompañe, pues fenomenal, pero si voy solo hablo con el mar.

        Unas oscuras nubes llevan anunciando desde hace ya un par de semanas que el verano se acaba. Los atardeceres templados tocarán pronto ya a su fin por este año, habrá que usar en el barco ropa de abrigo y botas de agua cuando salga a navegar. Durante los últimos días ha soplado con frecuencia del Norte, pero ayer cambió a Oeste.

         Una de mis hijas quiso acompañarme, juntos pudimos ayer disfrutar de una de las últimas tardes templadas de este año. Navegamos al Norte unas 5 millas, separándonos de las laderas de Jaizkibel, el mar estaba amable y nos fuimos alejando con facilidad. El viento, que al salir nos entraba por el costado de babor nos llevó con una escora que al principio a mi hija le asustó un poco. Pero la puse al timón, primero su mano y la mía juntas asiendo la caña con firmeza, no tardó en darse cuenta de que el viento no era un fiero león, me pidió llevar ella sola el barco y así lo hizo. Fue entonces, cuando sus manos eran las que gobernaban, cuando vi en su cara que estaba disfrutando, el viento le traía felicidad.

P1020179 [DVD (NTSC)]