domingo, 30 de marzo de 2014

Presentación del Corto Maltés en Hondarribia

        Ayer, viernes 28, pude por fin conocer a Alvaro y a su pareja Ana, hasta entonces hemos sido lo que se dice unos ciber-conocidos. Conocí su aventura a bordo del Corto Maltés a través de internet y enseguida atrapó mi curiosidad. Poco a poco hemos ido ganando en confianza visitando nuestros respectivos blogs, de esa manera llegó la oportunidad de que Alvaro se acercase hasta el Club Náutico de Hondarribia a presentar al Corto Maltés.

         Conocer de primera mano la historia de su periplo alrededor de la península ha sido toda una suerte, pero si me quedo con algo es con su persona, su sencillez a la hora de contarnos todo lo sucedido, su afán por trasmitir las sensaciones vividas a bordo de su velero Corto Maltés y su interés por defender la navegación a vela sin grandes recursos.

        Es difícil imaginar que a alguien no pueda gustarle un libro como el que parió su aventura, la navegación de dos amigos, él y su compañero Luis, a bordo de un velero de menos de 7 metros y durante 3 meses alrededor de la península ibérica. El libro deja claro a todas luces que se pueden vivir grandes aventuras con poco recursos, tal vez, el más preciado de ellos por lo poco que disponemos de él en esta vida, el tiempo libre, sea el más complicado de conseguir. Alvaro explica con todo detalle en su libro el coste económico que supuso el viaje, fueron 381 euros por persona y mes, quizás, como he dicho antes, disponer de esos tres meses libres sea lo más complicado de conseguir, pero desde luego que no imposible, siempre hay un recurso para sobrepasar un obstáculo.

        Alvaro nos lleva de la mano por todos los puertos en los que hacen escala, nos transmite sus vivencias a bordo del velero y nos describe unos paisajes que en numerosas ocasiones creemos que solo existen en otros mares lejanos. Queda claro en el libro que las costas de España y Portugal dan mucho de si, más de lo que imaginamos. También hay que decirlo, tuvieron sus momentos complicados, momentos ocasionados más por la torpeza y mal hacer de otras personas que se encontraron en algunos puertos, que por otros motivos. El capitán del Corto Maltés defiende continuamente la solidaridad, compañerismo y ayuda que debería de estar siempre presente entre los hombres de mar, algo que da la sensación se está olvidando.

       Tras la presentación en el Club Náutico pude compartir mesa durante una cena con unos cuantos amigos y con Alvaro y Ana, creo que ya no somos ciber-conocidos, ya somos amigos. Un abrazo enorme para ti Alvaro, y un beso muy grande para Ana.

 

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domingo, 16 de marzo de 2014

Solo y hacia el Norte, por fin viento y mar para navegar.

              El viento está rebelde en la desembocadura del Bidasoa, aparece fuerte, se va, llega del N a ratos, otros del W… fuera sé que estará más estable. Estoy solo a bordo, las dos velas ya las tengo izadas, no me sobran manos, alguna más me vendría bien en las rachas. Veo venir una, la superficie se riza delante mío a unos 100 metros y se acerca rápido. Una mano para la escota de la mayor y otra en la caña del timón, una pena no poder grabar la racha, el barco se encabrita, se escora y amenaza con dejar al aire la orza. Pero antes de que eso suceda reacciono y orzo llevando la proa hacia el viento, el velero se adriza enseguida, pasa la racha y abro el rumbo de nuevo, arribo.

       Un par de veces me sucede esto antes de colocarme a la altura del Cabo de Higer, pero lo cruzo y se establece el NW. Todos los que salimos hacemos lo mismo hoy, navegamos al Norte. El viento silba al esquivar los obenques, tenso la driza de la mayor y del génova, utilizo el winche para darle también tensión al pajarín. No quiero sorpresas con el viento, que tiene algo más de fuerza de la anunciada. Al backstay también le doy un toque de tensión .

         La mar de fondo apenas es de un metro pero el NW levanta olas que me llegan por la amura de babor, desorden en la superficie. Veo por momentos, en las rachas, bastantes borreguitos y las crestas alargándose, señales que me indican que el viento ronda los 15 nudos. Pero el viento es franco y estable. Llevo el carro-escota de la mayor a sotavento, el viento refresca algo y prefiero que Zaldi no escore demasiado. Aún así, me es complicado impedir navegar con una escora apreciable. Pero el barco va bien y yo voy bien, que más se puede pedir. Los veleros de mayor eslora creo que están disfrutando mucho hoy, para ellos este viento es más llevadero que para Zaldi. Pero no me importa, me siento en la gloria, de vez en cuando algún roción me llega hasta la bañera y toca agacharse.

           Grabo un poco en vídeo, está bonito para navegar, muy bonito, que pena que no haya venido ningún amigo, habría disfrutado. Mantengo el rumbo una hora, en el compás llevo el 0º fijo. Me he alejado de Higer, hay bruma y distingo mal la costa, va siendo hora de regresar, estoy solo, mejor hacerlo así.

           Escojo un momento sin olas para virar, la maniobra sale perfecta, el compás me marca ahora el 180º. En la proa, allí lejos, asoma Higer, el viento no afloja y navego rápido de nuevo, en el gps veo los 6 nudos. Las olas me llegan ahora por la aleta de estribor, me llevan casi en volandas hacia la costa. Aún sale algún velero de la bahía, nos saludamos al cruzarnos. Seguiría navegando hasta tarde, hoy es uno de esos días en los que te sientes pleno, muy lleno, en armonía con la mar, el viento y tu velero, pero toca regresar. Mejor quedarse con ganas para la próxima. En la bahía el viento cae bastante y frente a la playa aprovecho para irme a proa, largo escota de la mayor y arrío el génova. Con solo la mayor continúo unos minutos más, pero finalmente me aproo al viento y la bajo. Es entonces cuando me doy cuenta del error que he cometido, he navegado y realizado todas las maniobras yo solo en el barco sin colocarme el chaleco, es algo que tengo que corregir y enseguida.

         A medio motor entro por el Bidasoa, empieza a oler a primavera. Solo han sido 3 horas navegando, pero algo tiene el mar que vuelvo a casa mejor, vacío de tensión, lleno de alegría.

domingo, 9 de marzo de 2014

A Pasaia, la calma tras las tempestades.

           Finalmente han sido 8 los temporales que han castigado este invierno a nuestra costa, un invierno como ni los más viejos recordaban. Un endiablado encadenamiento de potentes borrascas, situadas en el Atlántico Norte, han mandado olas que superaban con frecuencia los 10 metros. Diques destrozados, paseos marítimos barridos literalmente del mapa, pequeñas embarcaciones hundidas, bueno, y no tan pequeñas, recordar el carguero que terminó encallando frente a Baiona…, un pequeño caos.

 

Pto de Bermeo

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Espigón de la bahía de Ciboure

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             Pero por fin, parece que el tiempo se calma. Las ganas de navegar nuevamente con Zaldi son enormes, llevo unos días comprobando la previsión meteorológica y todos coinciden, olas de un máximo de 2 metros y viento suave del SE. Una llamada a un amigo y enseguida sale el plan, iremos, o al menos lo intentaremos, a Pasaia, un puerto situado a unas 8 millas al SW de Hondarribia. Con el viento previsto sería cómodo navegar hasta allí, la vuelta tendríamos que trabajárnosla más.

 

El track generado ayer.

Pasaia

A media mañana partimos por el canal de Sta Engracia, el viento aún no ha aparecido pero confiamos en las predicciones…

             Ganamos el Cabo de Higer y decidimos comenzar a motor a la espera de que Eolo aparezca. Poco podíamos imaginar lo que nos esperaba, apenas pudimos sacar las velas durante la ida, el viento solo apareció algo cuando estábamos frente a la bocana de Pasaia. La entrada por ese “corte” que hay en la costa es fenomenal, los farallones nos encierran y es allí dentro cuando te das cuenta de la dificultad que puede encontrar un gran carguero al entrar en la bahía pasaitarra.

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        Un amigo me dijo que en la orilla de Pasai Donibane, que aparece por el costado de babor, existe un pequeño pantalán dispuesto para las embarcaciones que estamos de paso, lo que se conoce como pantalán de cortesía. No nos cuesta encontrarlo, tenemos suerte y hay un hueco. Amarramos en el y desembarcamos, frente al amarre existe un pequeño chiringuito donde puede uno tomar algo, así lo hicimos.

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Tras refrescarnos por dentro volvimos al barco para comer, el menú estaba hecho.

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Fue entonces cuando el carguero, que sale los sábados con sus bodegas repletas de coches, apareció. Tiene un tamaño realmente impresionante, su francobordo es altísimo.

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Pero tras la comida no podemos perder mucho tiempo, aún estamos en Marzo y anochece sobre las 19 h. Con la esperanza de que ahora sí, el viento nos impulse a la vuelta, abandonamos Pasaia.

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Fuera de la bahía varios cargueros esperan fondeados al lunes para entrar, su tamaño impresiona al navegar cerca de ellos.

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             Nuevamente nos toca poner motor, mala suerte, avanzamos así unas 4 millas hacia Hondarribia. A lo lejos comenzamos a ver algunos veleros que salen de la bahía de Txingudi, allí hay viento, podemos percibir hasta su escora. Pronto detectamos un cambio en el color y el aspecto de la superficie a unos 500 metros, ¡ llega el viento ! Velas arriba y a ceñir, primero al Norte y el siguiente bordo al Este, no es una brisa con demasiada fuerza pero al menos avanzamos a 3 nudos. Las predicciones de viento del SE no se cumplen, está soplando del NE. Así, poco a poco, vamos acercándonos a Hondarribia. Alcanzamos el Cabo de Higuer y enfilamos hacia la bahía, el viento nos entra ya de aleta y por fin Zaldi navega ligero. El sol ya se ha escondido tras Jaizkibel y refresca el ambiente. Entramos en el Bidasoa y el viento, como sucede muchas veces, allí muere. El motor nos acerca hasta el amarre y damos por concluida la travesía.