domingo, 31 de julio de 2011

Arista norte al Lariste, flirteando con las nubes.

             No recuerdo cuando sucedió por primera vez, pero la atracción por esta arista viene de lejos. Esta unión natural entre dos cimas, Bacqué y Lariste, es todo un reto para montañeros amantes de recorridos fuera de senderos habituales. La arista es en muchos pasos vertiginosa, y aunque las rocas que afloran del suelo no nos den mucha confianza, la verdad es que son  bastante sólidas y podremos fiarnos de ellas para colocar los pies y asirlas con las manos.

            Nuestro recorrido comienza desde el parking de Labrenere, allí retrocederemos unos 150 m por la carretera que hemos traído para dirigirnos hacia el valle de Annes, una pista nos da la entrada al mismo. El valle de Annes es sobre todo un valle de vegetación abundante, los pastos afloran por doquier. Sin demasiado esfuerzo y siguiendo un estrecho sendero llegaremos en una hora y media aproximada al collado Escourets, paso que permite la unión de Annes con Labrenere. Desde la horcada dirigimos nuestros pasos hacia la modesta cima del Bricoutou, que se encuentra a nuestra izquierda cuando llegamos a Escourets. Bastarán 15 minutos para hoyar la mencionada cumbre por terreno cómodo.

         Volvemos al collado Escourets y dirigimos nuestros pasos hacia la borda de Annes, un lugar singular. Ayer encontramos al pastor en plena faena, estaba ordeñando a las ovejas que guarda allí arriba, un trabajo duro y infravalorado el de estas personas, luego decimos que está caro el queso… . Tras hacer una pausa para alimentarnos un poco continuamos ascendiendo buscando ahora el collado sur de Bacqué.  Este collado sur es inconfundible, se encuentra justo a los pies de su cima, el Bacqué. Ascendemos por terreno de pasto, las ovejas suelen campar a sus anchas por allí, alcanzamos primeramente un pequeño paso que nos sitúa enfrente del collado que buscamos y en unos 15 minutos más llegamos al marcado paso que separa Bacqué de nuestra arista. Desde la borda de Annes nos habrá llevado alrededor una hora alcanzar el paso.

         Abordamos la arista de frente, una serie de terrazas herbosas nos marcará el comienzo, tendremos que superar al empezar un corto paso de II junto a una característica roca puntiaguda. Luego, el terreno facilita más las cosas y por escalones naturales herbosos vamos ascendiendo con cuidado hacia la primera cota de la arista. Una vez en ella podemos observar ya el recorrido a realizar, la arista es como un serrucho, habrá que superar unos cuantos pasos puntiagudos antes de llegar al Lariste. Las nubes juegan entre las puntas, vienen y van a su antojo, nos envuelven, desaparecen, se esconden, filtrean con nosotros. En ocasiones tendremos que utilizar las manos para asegurar algún paso, cuidado sobre con la caída que aparece a menudo hacia nuestra derecha, el costado izquierdo es algo más amable. Un último destrepe sin demasiadas complicaciones ( II ) nos deja a los pies del Lariste, que conseguimos en un par de minutos más.

           Una vez en nuestra última cima podremos disfrutar con la visión del “filo” por el que hemos caminado, ha sido minutos de disfrute pleno, un juego de equilibrista. Por desgracia las nubes no nos dejan hoy admirar las bellezas de Lescun, de Ansabere hoy no se van, están bien sujetas.

         Descendemos hacia el collado de Lariste que da entrada a Labrenere, estamos en julio pero parece mayo, las surgencias de agua manan como en primavera. En poco más de media hora alcanzamos la cabaña de Bonaris, el pastor tiene hoy visita y están de comida, nosotros les copiamos la idea y nos echamos sobre el verde para comer y descansar un rato, hablamos de lo maravilloso que es la montaña sin prisas… .

        De Bonaris seguimos buscando las cotas bajas descendiendo hacia las bordas de Penot, allí un gran rebaño de enormes vacas pastan a su antojo. Se suaviza el descenso, el camino se vuelve de paseo y Labrenere enseña su cara más amable. Llegamos al Pte de Itchaxe, el sendero se torna en pista y pronto vemos a lo lejos el parking donde hemos dejado el coche.

         Hoy las nubes no nos han dejado ver otras cimas, pero el filtreo que han tenido con nosotros en la arista ha sido divertido y han añadido ese aire de misterio que solo ellas saben poner en las cumbres. Hemos disfrutado mucho con la tranquilidad de unos valles y cimas apenas visitados, todos los senderos son merecedores de andar por ellos, sin embargo, cada día que hago una ascensión como esta de tanta belleza, comprendo menos por que nos empeñamos en ir a las montañas de siempre… .

Las fotos del día.

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jueves, 7 de julio de 2011

Pene Blanque, asalto a la fortaleza de Lescun.

          Desde que Mikel me comentó su intención de subir esta montaña, he soñado más de un día con ello. Lo que no salía en mi sueño era la compañia inesperada de Albontza y Llorens. Más suerte no he podido tener, no es una montaña precisamente para subir solo a ella, seguro que se me hubiese atragantado de haberlo intentado. La visita la he podido completar con la estancia en el gitê d´etape La maison de la montagne, hace muchos años conocí esa casa, pero ni sus dueños ni sus formas son las mismas de entonces. Hoy es un placentero lugar donde podremos encontrar el descanso merecido después de una ascensión.

         Tras una temprana cena a las 19´30 h estamos de animada charleta en el exterior del albergue, una invitación por parte de Thierry para que probemos su patxaran casero pone el punto final a la larga sobremesa de la cena, son cerca de las 23 h y nuestra intención es levantarnos a las 6 h, anuncian algo de lluvia para la tarde asi que intentaremos esquivarla.

         A la media hora de meternos a la cama Mikel tiene que abandonar la habitación por problemas en la megafonía… Albontza, Llorens y un servidor estamos con La Traviatta a pleno pulmón y Mikel es mas música de cámara… .

        Suena el despertador fiel a su cita a las 6 h, nos han dejado un completo desayuno preparado en el comedor y damos cuenta de el. Nos dirigimos en coche a Anapia, allí comenzamos nuestro andar, primero una cómoda pista que nos lleva a Sanchese nos sirve de calentamiento pero seguidamente comienzan los sudores y resoplidos. El sendero en sus inicios es duro, retorcido, no da descanso. La niebla nos envuelve enseguida y atravesamos un bosque de hayas casi en tinieblas. Abandonamos la densa vegetación y salimos a terreno despejado, Anaye está cerca, se oyen a las ovejas latxas no muy lejos. Una vez allí tenemos una divertida charla con el pastor, Llorens es todo un poliglota y hace gala de ello con el “berger bearnes”. Tras despedirnos de nuestro amigo proseguimos ruta en la niebla, nos cruzamos con algún montañero que ha vivaqueado más arriba.

        Llegamos a las surgencias de Marmitou, un manantial de fresca agua que en los días calurosos es un verdadero oasis. Llevamos un rato con un resplandor en el cielo que nos anuncia que arriba está limpio y de repente, con una suave brisa las nieblinas se dispersan y aparecen ante nosotros las cimas que rodean el valle de Anaye, estamos eufóricos, la moral se anima y vemos por primera vez nuestra montaña, esta arriba, muy arriba todavía. Allí comienza lo bueno, por llamarlo amablemente, una dura subida por terreno pedregoso nos va llevando a hacia un marcado collado, por momentos la subida se hace penosa, pero ver el cielo tan limpio nos da fuerzas y poco a poco nos acercamos al collado. Los metros van cayendo y cuando llegamos al collado nos damos cuenta que estamos a escasos 100 m de desnivel de la cima, ya está cerca.

          Un último empinado y dificultoso canal se interpone entre nosotros y la cumbre, lo superamos y al rato los cuatro nos estrechamos la mano en la cima del Pene Blanque 2.386 m, nos ha costado, pero tal vez por ello estemos tan contentos, realmente es una gran montaña, otra grande poco visitada… .

         Pero aun no hemos terminado, la subida es la mitad del día, el valle de Lhurs es nuestro siguiente objetivo, descendemos hacia el Oeste buscando el collado de Lhurs. En un momento nos despistamos y nos damos cuenta que podíamos haberlo hecho algo más corto, tenemos que remontar ahora unas duras rampas sobre terreno kárstico muy compacto y buscar en un laberinto rocoso el ansiado collado. Al fin llegamos a el, nos asomamos y nos damos cuenta que todavía no podemos cantar vistoria, quedan pequeños neveros que nos obligarán a descender por el costado izquierdo del canal. Allí, una serie de incómodos destrepes ponen emoción, nos lo tomamos con paciencia y poco a poco vamos descendiendo, cruzamos un vira y entramos en una gran pedriza que nos lleva hasta las cabañas de Lhurs, por fin descansamos y nos hidratamos en condiciones. La niebla nos rodea de nuevo y ya no nos dejará hasta un poco antes de llegar a Anapia. Un descenso por el bosque de Larrangus hace que nos olvidemos del cansancio por momentos, es un sendero precioso y sin perdida.

          Más tarde en nuestro albergue francés descansaremos como nos lo merecemos, una refrescante ducha y una fría cerveza, que más podemos desear. Cuatro amigos y una gran montaña, dan mucho para escribir.

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Unas fotos del día

La Palma, selvas y volcanes.

           Si el año pasado ya quedamos sorprendidos con La Gomera, en esta ocasión La Palma no ha sido menos. Es la segunda isla comenzando por el Oeste, solo El Hierro está más separada del continente africano. Es una isla sobre todo muy montañosa, con dos vertientes increíblemente diferentes, en su flanco Este la vegetación es la protagonista, auténticas selvas pueblan las laderas que caen al océano. Según a la altura en la que nos encontremos en este costado de la isla, las plantas y árboles que nos rodean serán unos u otros, En los primeros 200/300 metros de desnivel las plantaciones de plátanos, la vegetación casi tropical, y los cultivos para consumo humano son los protagonistas. A partir de esa altura comienza a aparecer una selva que lo va inundando todo, helechos y otras plantas de enormes tamaños inundan la montaña, podremos encontrar brezos como arboles y un sin fin de arboles flores y otras plantas que crecen sin descanso buscando la luz, laurisilva, tajinastes, bejeques, tarajuntias, dragos… . Esta cerrada selva se extiende hasta más allá de los 1.000 m de altura, a partir de ahí es el pino canario el que toma el protagonismo hasta los 2.000 m, luego solo será el matorral de montaña el que llene las laderas hasta el punto más alto de la isla a más de 2.400 m, el Roque de los Muchachos.

          En la vertiente Oeste la cosa cambia, no existe la selva húmeda del otro costado de la isla. A baja altura existe una enorme cantidad de plantaciones de plátano y uva, más arriba encontraremos arbustos y pequeñas plantas para dejar poco después el paso libre al pino canario.

           En el extremo sur de la isla encontraremos el parque de los volcanes de La Palma, donde destacan el S. Antonio y el Teneguía, con las últimas erupciones en el siglo XX. Merece la pena acercarse a contemplarlos desde el borde de sus cráteres, una extraña sensación recorre el cuerpo al estar en esos lugares.

         Para los amantes de la montaña y el senderismo, hay que decir que esta es una isla que ofrece una gran red de senderos perfectamente indicados, los hay de unos pocos kms, hasta los de varias jornadas.

        Al tratarse de una isla situada en el océano Atlántico el buceo es otro de los alicientes que encontraremos, una inmersión en sus aguas es un buen recuerdo para llevarnos, la fauna que encontraremos bajo la superficie del mar es la típica de estas islas, peces trompeta, viejas, tamboriles, morenas, meros, las grandes rayas conocidas como chuchos etc.

         La Palma es una isla predominantemente rural, una población de algo menos de 90.000 habitantes deja claro que no es una isla de aglomeraciones. La misma capital, Sta Cruz de La Palma, es muy pequeña y se puede recorrer fácilmente a pie. Hay muy pocas infraestructuras de grandes dimensiones enfocadas al turismo exterior, y lo que si pudimos observar es que a los palmeros les gusta veranear en su isla. Las playas de arena no abundan, las principales son Los Cancajos, Tazacorte, Pto Naos, Charco Verde, y alguna otra pequeña cala, las más protegidas al oleaje son la situadas en la costa Oeste. Su población es afable y no nos costará entablar conversación con cualquier habitante de la isla.

         Pude disfrutar de algunos de los recorridos más transitados de la isla, los nacederos de Marcos y Cordero, la ruta de los volcanes, y un recorrido por la cresta del Roque de los Muchachos. Son gratos recuerdos que me llevo de la isla, por desgracia no puedo enseñar demasiadas fotos pues mi cámara me desapareció en el hotel y solo alguna instantánea de las cámaras de mis hijas y de la de mi suegro son las que nos hemos traído. En definitiva, una isla que merece ser visitada, por algo la llaman “la isla bonita”.

Dejo unas imágenes de la visita.