No poder despedirse de un amigo que se va es muy duro si, como Iñaki, es para siempre. Es algo a lo que llevo dando vueltas todo el día, que pena, pensaba, no le he podido decir agur.
Desde crío, Iñaki vivió por y para la montaña, las cimas han sido su vida. Por desgracia, el sábado llegó a su punto final, y tuvo que ser volviendo a casa después de visitar unas montañas fantásticas en el continente americano.
En ocasiones, una cuerda nos unió en alguna pared, también en algunos descensos de cañones nos vimos rapelando sus cascadas. Cimas, rápeles, cascadas, senderos, amigos, compartimos mucho Iñaki.
La distancia de nuestros domicilios y unos caminos diferentes tomados por ambos, hicieron que ya no nos viéramos como antes. Pero una casualidad, hace un par de meses, hizo que tuviera que ponerme en contacto contigo, bastó un pequeño intercambio de palabras para que conectáramos de nuevo, te alegraste de oírme, hicimos planes para navegar un día, ahora lamento que no vaya a poder ser, lo lamento de veras, se que te hubiera gustado navegar a vela.
Pero tu ausencia va a servir para algo, todos aquellos amigos del barrio, aquellos chavales que compartimos contigo aquellos momentos de libertad, vamos a juntarnos. Sí, solo éramos unos chavales que soñábamos con grandes montañas, pero esos sueños tú los cumpliste, has recorrido una buena parte de este mundo ascendiendo a no se cuantas cumbres. Cuando nosotros, tus amigos, nos juntemos de nuevo, se te echará en falta, pero tu recuerdo quedará en nuestra memoria para siempre. Tu amor por la montaña será un ejemplo para todos.
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