Dicen los entendidos que hacía ya bastantes años que no nos golpeaba un temporal semejante a este último. Al tamaño de las olas hay que sumarle la duración del mismo, han sido unas tres semanas de continuo castigo a la costa. Curiosamente, muchos de los días ha soplado del Sur, ello ha conseguido que a pesar del tamaño de las olas de mar de fondo, que en ocasiones han llegado a los 10 metros, la superficie se haya podido ver perfectamente ordenada. Los surfistas, llegados desde diferentes lugares del planeta, han podido disfrutar de unas olas como pocas veces se ven por aquí.
Unas imágenes de la ola Belharra formada entre Sokoa y Hendaia estos días.
Pero todo tiene su inicio y su final, los temporales también. Tras consultar una vez más los partes meteorológicos parece que el sábado por la tarde será un buen momento para navegar, mar de fondo de 1 metro y viento suave, demasiado suave tal vez, anuncian como mucho F-2, ya veremos…
A las 13 h acudo al pantalán, Zaldi lleva varias semanas de inactividad. En los amarres se ven numerosos huecos libres, muchos han salido a pescar. Abandono el muelle por el canal de Sta Engracia, la marea ha comenzado a bajar y la corriente vaciante del Bidasoa me ayuda a salir. Antes de llegar a las marcas verdes que delimitan la zona de navegación segura, izo las velas, el viento llega del NE. Me he propuesto salir a vela por el Bidasoa, creo que es un buen día para probar suerte, tendré que hacer algunos bordos ciñendo, pero creo que tendré suerte, no hay demasiado tráfico de barcos que podrían dificultarme las maniobras. Así, impulsado por Eolo, llego sin problema a las puntas de los espigones que delimitan la desembocadura del Bidasoa, allí abro un poco el rumbo y navego al 330º. Sobrepaso el cabo de Higer y el viento aumenta algo su fuerza, Zaldi navega con soltura y el gps indica más de 5 nudos de velocidad. Aquí, lejos ya de la protección del monte Jaizkibel, la mar de fondo se deja notar algo pero es muy tendida, rondará tan solo un metro de altura. Me dejo llevar, intento saborear estos momentos tan añorados en estas últimas semanas, la mar está perfecta para navegar y el viento es algo mayor del anunciado.
Somos varios los veleros que navegamos hacia el norte, la tarde es preciosa y por fin puedo disfrutar de esa sensación casi mágica al ser impulsados por el viento. Durante un rato mantengo el rumbo, pero es invierno y los días son cortos, hay que regresar, viro y la proa apunta ahora a la cima del Larun. Pongo en práctica una manera de navegar que me gusta, son las “orejas de burro”, saco la mayor por estribor y el génova por babor, hay que hacerlo con tiento, para conseguir mantener las velas así el viento nos tiene que llegar por popa cerrada. Durante una milla navego así, hasta entrar en la bahía de Txingudi. Luego, coloco el barco para recibir el viento de aleta y tras varias trasluchadas llego a la desembocadura del Bidasoa, allí arrío las velas y pongo motor, el pantalán espera para recibir a mi velero. El viento está cayendo, apenas sopla ya una brisa que no consigue impulsar a los que intentan entrar a vela por el estuario. Miro hacia atrás y veo ya muchas proas, todos regresan, la temperatura está bajando al ocultarse el sol.
Han sido solo unas horas de tranquilidad a solas con el viento y la mar, pero han bastado para olvidarnos del temporal pasado, ¿temporal, que temporal ?…
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