lunes, 18 de agosto de 2014

A Baiona, una travesía hacia el norte.

          Desde que hace unas semanas vi el reportaje del Corto Maltés en su visita a Baiona, he estado mascullando la idea de navegar hasta allí. La distancia no sería un problema, 15 millas escasas desde Hondarribia, solo había que esperar una predicción de buena mar y viento para dos días durante la segunda semana de Agosto.

         Finalmente, decidimos hacerlo el viernes 15 y el sábado 16, vendría conmigo mi cuñado Migueltxo, arrantxale durante más de 15 años. El miércoles nos visitaba un frente no muy activo pero con vientos demasiado fuertes para Zaldi, asi que decidimos salir dos días después con el tiempo, a priori, más tranquilo…

         Nos llevamos dos bicis alojadas en el hueco de proa, pensamos utilizarlas para acercarnos hasta Baiona desde el puerto. Una la llevamos con las ruedas desmontadas y la otra es un modelo plegable que resultó todo un acierto. Partimos de Hondarribia sobre las 10h con cielo muy nublado y ausencia de viento. Las predicciones apuntaban a una mar de fondo de entre 1,7 y 1,8 m y viento de 8-9 nudos con rachas de 12 – 14, algo que de cumplirse estaría dentro de unos parámetros aceptables para nuestro modesto velero.

        Viernes 15

Captura2

         Salimos a motor hasta cerca del faro de Higer, enseguida nos percatamos que el mar está bastante más revuelto de lo esperado, desordenado sería la palabra adecuada. De momento el viento no aparece y estamos en esas durante media hora, intentamos aprovechar cualquier pequeño soplo de brisa pero nada, apenas nos movemos. El barco parece una pequeña batidora, el meneo es considerable y decidimos poner de nuevo motor, pero para entonces los estómagos ya han empezado a moverse…

       Tras navegar durante un rato de forma incómoda aparece por fin el ansiado viento, llega del WNW. Izamos la mayor,  desenrollamos el génova y paramos motor. Con el viento llegándonos casi por el través ponemos rumbo 40º y nos sentamos los dos a barlovento para equilibrar la embarcación. Nos colocamos enseguida la ropa de agua, vemos venir un txubasco hacia nosotros que no tarda en alcanzarnos, en unos segundos la lluvia nos cae con ganas. Le digo a Migueltxo que se meta al camarote, con que se moje uno vale, el barco navega bien y sin problema. Me agarro al timón y aguanto durante casi 15 minutos la incesante lluvia. Tras cesar el aguacero Migueltxo vuelve a salir a cubierta, por detrás vemos que probablemente vuelva a llegar lluvia más tarde.

       Son ya más de las 13 h y nuestros estómagos notan el meneo que estamos sufriendo, hace un rato hemos vuelto a soportar un txubasco que ha venido precedido de fuerte viento como suele ser habitual. Hemos dejado solo la génova y aún así no bajamos de los los 5 nudos. Tras el txubasco volvemos a izar la mayor y aprovechamos un rato de viento suave para comer algo rápido.

       Son las 14 h cuando nos situamos enfrente de la bocana por donde el río Adour sale a la mar, estamos a menos de dos millas de los espigones. La mar sigue dura y el viento está subiendo, en el gps hemos llegado a ver 7,5 nudos de velocidad. Con ayuda de unos prismáticos observamos la entrada, no parece que rompan las olas, la marea está baja pero el Adour tiene mucho calado. Decidimos asegurar la maniobra y enrollamos el génova, nos vamos a aproximar solo con la mayor. En caso de apuro pondremos motor y quitaremos la vela. A los segundos de haber quitado el génova vemos como nos llega viento muy fuerte por detrás, el barco navega condenadamente rápido, las olas nos llegan ahora ya justo por popa y me esfuerzo para que no nos crucemos. En unos segundos se desata un vendaval, al llegarnos por detrás no nos hemos percatado de la llegada de un nuevo txubasco y este lo hace en mal momento…estamos a poco más de 500 metros del espigón norte y la decisión es rápida, hay que bajar la mayor y poner motor enseguida. Se lo comunico a Migueltxo a gritos y arranco el motor, viramos lo más rápido posible para evitar una fuerte escorada y nos aproamos al viento. Me voy al palo mientras Migueltxo maneja firme el timón. Me autoaseguro al mástil y con la vela flameando de forma muy brusca abro el stopper para liberar la driza. Ayudo a la vela a bajar y enseguida el barco se tranquiliza, viramos rápido de nuevo y ponemos proa a la bocana. La lluvia nos golpea de nuevo, cae a cántaros y apenas distinguimos la costa, es una auténtica cortina de agua. Me guío por el compás, busco el 90º y aceleramos el motor, las olas llegan desbocadas por popa y conviene llevar cierta velocidad. Enseguida para de llover y vemos claramente la entrada, debemos de estar justo en la barra, el mar está muy desordenado y algunas olas nos llevan en volandas hacia dentro, estoy preocupado por las consecuencias de una atravesada involuntaria del barco, Zaldi es pequeño y se mueve muy nervioso en estas condiciones. Pero solo unos metros más adelante comenzamos a tranquilizarnos, ya está, hemos entrado, las olas son ya mucho más suaves.

Entrada

        Con el motor a más de media potencia vemos que no avanzamos rápido, apenas llegamos a los 3 nudos, es la fuerte corriente vaciante del río. Estamos a media milla del puerto y nos cuesta un rato llegar a el. Cuando entramos nos vamos directos al pantalán de recepción, amarramos y nos dirigimos a la oficina del puerto, rellenamos la hoja con nuestros datos y los del barco y nos adjudican un pantalán. Nos dirigimos enseguida a él, queremos comer y descansar un rato tranquilos.

     Tras comer un buen marmitako, nos echamos un reparadora siesta y tras ella nos duchamos en las instalaciones del puerto deportivo. Luego nos vamos con las bicis a Baiona que se encuentra a unos 4 km y dedicamos la tarde a hacer turismo.

      Al regresar de noche al barco tenemos una agradable visita, de un barco vecino viene Alex, un crío de 7 años que navega con sus padres, nos pregunta de todo, de donde somos, como nos llamamos, que hacemos allí, tiene curiosidad por ver el velero, le parece muy pequeño, el de sus padres es mayor, mucho mayor…un crió tremendamente simpático y muy bien educado.

       Tras cenar y tomarnos un café el cuerpo nos pide la horizontal, me he traído un libro para este momento “Crónicas de un tripulante” …, aguanto media hora leyendo y luego dormimos profundamente.

        Sábado 16

Captura3

        Hemos desayunado fuera del puerto, croissant calentito y café, hay que empezar bien el día, bueno, muy bien, yo me comí dos…

        El día está muy tranquilo, apenas hay viento y el poco que sopla es terral del SE. Tras pagar la cuenta del puerto, 12’5 euros, soltamos amarras a las 10 h y vemos que la desembocadura está hoy casi como un plato, que diferencia con ayer…

      Hay mar de fondo de un metro, pero es bastante tendida, de momento avanzamos a motor cómodamente a 3-4 nudos, las predicciones apuntan a que el viento comenzará sobre las 12 h para fijarse enseguida del NW. Para hacer más entretenida la navegación colocamos una caña por popa, fijamos la velocidad a 3 nudos y nos quitamos la ropa de agua que teníamos puesta, el sol va a salir enseguida y promete calentar.

      Con puntualidad, cerca de las 12 h, salen las primeras brisas, son del norte, aún flojitas, pero esperamos que vayan a más. Intentamos sacar las velas y navegar de través pero es pronto, apenas son unos soplidos con escasa fuerza, que no consiguen que Zaldi pase de dos nudos. Ponemos de nuevo motor y seguimos un rato así.

        Unos minutos más tarde notamos más brisa, paramos motor y volvemos a sacar velas, ahora sí, Zaldi ya empieza a pasar de los 3 nudos y parece que va a más. El sol brilla con ganas y el calor se instala. Poco a poco notamos como el viento se está colocando más al W y subiendo de fuerza, Zaldi navega en la gloria, avanzamos a 5 nudos con la ola llegándonos por la amura de estribor. De pronto veo algo por proa, espuma en la superficie, chapoteos, ¡ son bonitos, hegaluze !, grita Migueltxo. Fijamos nuestra vista en la caña esperando algún tirón, pero parece que pasan de largo, que pena. El viento sigue soplando bien y la mar está bajando, las olas no llegan al metro de altura, disfrutamos muchísimo.

      Poco después, un sonido de carraca nos avisa, ¡ han picado !, Migueltxo coge la caña enseguida y empieza la batalla, con paciencia, con mucha paciencia. Nuestro aparejo es débil, vemos complicado que aguante la mordida de un bonito, he recogido el génova para aminorar la velocidad. Tras 10 minutos de tira y afloja el sedal se parte ¡ que mala leche ! Lo primero que haré está próxima semana será cambiar el sedal del carrete.

      Nos centramos en la navegación, el velero se mueve con una soltura que nos hace llevar una sonrisa de lado a lado de la cara. Alcanzamos los 6 nudos con viento de través. Estamos a unas 2 millas de Higer y vemos muchos veleros por la zona entrando y saliendo de Txingudi. Llevamos uno de buen porte por la proa y a unos 300 m que lleva nuestra dirección, nos proponemos alcanzarlo y ver si somos capaces de ello. Trimamos todo lo trimable lo más fino posible, backstay, escotas, carros, pajarín, drizas etc, nos esforzamos unos minutos haciendo todo correctamente y vemos que da resultado, nos estamos acercando a el.  En apenas 15 minutos nos hemos hemos situado a escasos 10 metros de su popa, la imagen es bellísima, es un Hanse 42, le seguimos un rato, ellos entran al juego y nos divertimos un rato con el pique. Lógicamente, comienzan a trimar mejor ellos su aparejo y poco a poco van alejándose, es imposible que un velerito de 6 metros pueda con otro de más de 12, pero el rato ha sido muy divertido.

        Poco a poco entramos en Txingudi, la travesía acaba, ayer fue duro navegar, pero también se aprende y mucho en esos días, sobre todo uno se da cuenta de lo que puede navegar su barco y hasta donde llega uno sin dejarse perder por los nervios.

 

        La travesía a Baiona ha sido una grata experiencia, se que la repetiré. El primer día no pude conseguir ninguna imagen navegando, había que estar en el barco a todo menos a la cámara. Pero en mi memoria quedan esos momentos de viento fuerte de los txubascos, o la entrada al río Adour, o el mar muy desordenado, y como no, la sonrisa de Alex, un chaval que con 7 años ya vive el mar.

         

Edito tras haber recibido un correo de un buen amigo: Probablemente no hicimos todo correctamente, la aproximación sin vela alguna en el tramo final fue, como digo, una decisión errónea, con la génova algo enrollada posiblemente habríamos ganado en seguridad ya que el viento lo recibíamos de popa. Gracias amigo.

 

8 comentarios:

Miguel Cañameras dijo...

Como siempre un bonito relato, me encanta esa facilidad que tienes para transmitir tan fácilmente tus sensaciones.

Un abrazo.

Fernando dijo...

Gracias Miguel, creo que la mar es inspiradora. Allí fuera los sentimientos se multiplican por dos.
Un saludo y besos a tus chicas.

Hooper dijo...

Como siempre, me das mucha envidia. Este año no ha podido ser y no creo que pueda ser, pero otra vez será...
Me preocupó y preocupa que lo pasarais regular en la ida...
La mar de fondo CREO que tiene algo peligroso... Cuando ronda los casi 2 metros, hay que tener cuidado, porque si se acompaña de vientos más o menos fuertes (para nuestros barquitos más de 10 kn), las olas se hacen también de viento, más pendientes y pueden empezar a romper, y lo hacen, y se puede convertir en peligrosas... Nada que ver con esas olas tendidas de mar de fondo puro...
No sé, son reflexiones personales (y que conste que en Patrón de Yate aprobé de chiripa oceanografía y meteo... :-))
No olvidemos que la categoría de navegación C (que más o menos es donde encajarían los Somo 20) tienen un límite de olas de 2 metros...
Fernando, evolucionáis muy rápido...
Un saludo (envidioso :-))

Hooper dijo...

Por cierto, no había visto el vídeo...
¡¡Menudo génova!! Y vaya stoppers...
Lo estáis dejando guapo...
Y se ve que efectivamente la vuelta es otra cosa...
Y envidia también por los bonitos alrededor... Suertudos!! :-)

Fernando dijo...

Te aseguro que si no voy con mi cuñado me doy la vuelta. El sabe lo que es la mar pero me preocupaba que no supiera lo que es un somo 20, ya que el está acostumbrado a navegar en un First de casi 12 metros...

Los momentos duros eran los previos a los txubascos, ya sabes, esas rachas que los preceden. El último hizo que mi cuñado se pusiera serio... Dentro de lo malo al menos nos venían de atrás y los corrimos solo con el génova. Yo si me preocupé de verdad en la entrada al río, el lío que había allí montado era cosa sería, entre el viento del W, la corriente vaciante y la mar de fondo te puedes imaginar aquello. Por desgracia parece que en la mar se aprende así, con sustos, con aventuras.
Por otro lado, mi cuñado me dijo que el barco le transmitió una muy buena sensación, en ningún momento nos dio un susto ni tuvo un comportamiento extraño.
Una cosa me quedó muy clara, estar a bordo dos personas que manejan es otra cosa.
Sobre lo de la mar de fondo tienes mucha razón, si se asocia a viento duros cuidadín. Yo me acordaba de lo que decía Alvaro del Corto Maltés, "una ola superior a un tercio de la eslora puede volcar una embarcación"...

Ya hablaremos tranquilos.

Alvaro dijo...

Mi enhorabuena Fernando. No sabes la alegría que me da haber inspirado esa decisión de lanzarte a la navegación a Baiona con el Somo 20, y ayudarme a demostrar que con barcos pequeños se pueden hacer grandes navegaciones.

Me ha impresionado que consiguieses meter la bici grande en le barco. Otra de mis principales conclusiones de la vuelta a España es que hay que tener a bordo 2 bicis. Pero yo estoy buscando precisamente las más pequeñas, y la que compré para la travesía Santander-Arcachon es, aunque te parezca mentira, más pequeña que la tuya.

Lo dicho, enhorabuena, tío. Y te felicito también por cómo editas tus vídeos, da gusto. Un abrazo

Alvaro.

Fernando dijo...

Gracias a ti Alvaro, desde luego. Tener a alguien que te marque el camino ayuda mucho. La bici grande lógicamente entró con las dos ruedas desmontadas, costó un poco pero fue bien. Una vez colocadas las dos en el hueco de la litera de proa no se movieron nada y mira que tuvimos meneo..., pero lo suyo es desde luego que sean plegables, volví encantado con la mía. Son realmente útiles para llevar en barco.
En cierta ocasión vi en un comercio especializado un modelo realmente pequeño pero creo que estaba limitada a 80 kg.
Por lo demás decirte que me pareció un travesía preciosa para hacerla yo otra vez para un fin de semana con Marta, seguro que volveremos, Baiona ofrece mucho.
El vídeo, bueno, tiene algunas cosillas que no logro arreglar, aparecen unos "pellizcos" en las transiciones de las imágenes que no logro quitar, tengo que cambiar el programa de edición.

Un saludo, Fernando.

Alvaro dijo...

Estoy de acuerdo, Fernando, en que viviendo en Hondarribia es una excursión perfecta. Unas horas de navegación, cambiar de pais, entrada en un río, excursión en bici a una ciudad muy apetecible, e incluso posibilidad de excursión fluvial. No sé si te diste cuenta que en Baiona hay otro muelle comercial, donde seguro que un barquito como el Zaldi no estorba en una esquina. Un abrazo

Alvaro.