domingo, 4 de octubre de 2015

Ciboure-Ziburu, el último puerto pesquero de la costa labortana.

          De los tres territorios vasco-franceses, solo uno de ellos cuenta con un tramo de costa, Lapurdi ( Labourd en francés ), es un tramo de apenas 15 millas en el que abundan las pequeñas localidades costeras. Desde antaño ha sido una tierra muy ligada a la actividad pesquera, de hecho es fácil encontrar en los blasones de diferentes localidades referencias a la pesca, sobre todo a la de la ballena. Así mismo, aún pueden verse en diferentes pueblos las rampas en las que varaban las ballenas capturadas cerca de la costa para su posterior despiece.

Costa labortana

       Pero desde hace unos años el único municipio costero que cuenta con actividad pesquera es Ciboure, anteriormente Hendaye también contaba con unas pequeñas instalaciones donde se descargaba la pesca de embarcaciones dedicadas a la pesca de bajura. La baja actividad y el deseo de concentrar toda ella en un solo puerto hizo que Ciboure pasara a ser el único puerto de Lapurdi con una lonja donde se realizan ventas a mayoristas. El puerto está enclavado en la desembocadura del río Nivelle, Urdazuri en euskera, quedando completamente protegido de los temporales que azotan la costa.

       Ciboure está separada de Saint Jean de Luz por el río mencionado, una localidad sensiblemente mayor que Ciboure. El puerto corresponde a Ciboure ya que las instalaciones dedicadas a descarga, almacenaje y venta del pescado están en la orilla sur, perteneciente a dicho municipio. No es un puerto ostentoso, solo, como dicen los franceses, los petit bateau son los encargados de traer pescado a puerto. Pescadillas, sepias, lenguados, txipirones, salmonetes, antxoas, txitxarros, bonito y atún rojo son las principales capturas que se venden en su lonja. La pesca de bajura garantiza la frescura de sus productos siendo en su mayoría barcos que faenan al día, solo unos pocos, los de mayor tamaño, faenan durante 4 ó 5 días sin entrar a puerto. El puerto se encuentra, como ya he comentado, perfectamente protegido ya que está situado en la gran bahía de Saint Jean de Luz a la que dos enormes diques la defienden de las olas que mandan las borrascas situadas en el Atlántico Norte.

Ciboure_thumb2

       Desde Hondarribia es una corta travesía de apenas 5 millas hasta la localidad labortana, se alarga algo más debido a unos bajos sumergidos existentes frente al extremo oeste de la playa de Hendaya. Dichos bajos obligan a las embarcaciones a dar un pequeño rodeo de una milla para sortearlos. Es una bonita travesía que se realiza frente a la costa en el tramo conocido como “la corniche” (la cornisa en castellano), es una zona donde los acantilados blancos serán nuestro paisaje por el costado de estribor. Ayer a la ida disfrute de un suave viento de SSW que me sacó de la bahía de Txingudi fácilmente y con una mar en calma como pocas veces se ve por aquí. Poco a poco fui notando como el viento iba creciendo y situándose más al Oeste. Al abandonar Ciboure las condiciones en la mar ya habían variado algo, el viento soplaba con fuerza 4 y llegaba desde el Oeste, se había formado ya una pequeña ola corta que apenas se dejaba notar al navegar. Así, con el viento soplando desde el Oeste, tuve que navegar primero con rumbo 310º para luego virar y hacer un bordo hacia el 220º.

Captura

         La entrada a Saint Jean de Luz siempre me pareció muy elegante, flanquear las murallas que defienden aquella bahía es precioso. El pequeño castillo de Sokoa nos vigila desde el extremo oeste de la bahía y ante nosotros se abre una ensenada donde las playas abundan. Al fondo nos aguarda el pequeño puerto de Ciboure, un pequeño tramo acanalado nos introduce hasta el refugio, allí, en el puerto deportivo, podremos encontrar unas pocas plazas de cortesía para las embarcaciones foráneas. Existe la posibilidad de amarrar nuestro barco un par de horas de forma gratuita. Merece la pena desembarcar y darse un paseo por las concurridas calles de Ciboure y Saint Jean de Luz.

       El de ayer sábado fue un día espléndido, pocas días al año encontramos en el Cantábrico unas condiciones tan benévolas para navegar, cielo despejado, ausencia de mar de fondo, viento mantenido de intensidad media… Suelo navegar de vez en cuando hasta aquella bahía, es una travesía cómoda y segura, desde mi amarre ida y vuelta fueron ayer 17 millas, perfecto para una buena mañana. Estoy seguro que seguiré repitiéndola.

 

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