martes, 18 de junio de 2013

Mi velero y yo

         Suele ser habitual que en toda relación afectiva se pasen por momentos en los que afloran instantes de intimidad, esto, entre personas se deduce sin problemas, pero si se trata de una relación persona-barco el asunto cambia. Puede que no sea sencillo entenderlo, pero por lo que he leído entre numerosas páginas escritas con sabor a salitre, ocurre con frecuencia. Me refiero a sentir por él, a ser parte de él, a quererlo, ser el uno parte del otro.

       Hace 20 meses que compré a Zaldi, un viejo velero de 30 años. La parte débil de las embarcaciones suele ser el casco y especialmente la zona que va sumergida, la obra viva, hablando con propiedad. Lo habitual suele ser que cada año se saque la embarcación a dique seco, se limpie y se repinte con una pintura antiincrustaciones. Por ello y con algo de retraso sobre lo acostumbrado, hace 3 semanas que Zaldi salió del mar, pero mi intención era otra que la de simplemente limpiar y pintar, iba a someter a mi velero a un tratamiento más concienzudo…

       Me propuse dejar la obra viva sin las diferentes capas de vetustas manos de pintura, sabía que me iba a costar lo suyo, pero ya que era la primera vez que yo sacaba el velero a tierra pensé que era lo correcto. El día que me tocó sacarlo estaba el cielo gris, con fuerte viento y lluvia casi constante, desde mi punto de atraque hasta la zona de carenado en el puerto deportivo son poco más de 10 minutos de navegación, pero puedo asegurar que fueron unos minutos de fuerte pelea con el viento en contra y el agua golpeándome en la cara. Para sacar el barco a tierra se asigna una hora a cada barco, de ahí que tuviera que hacerlo sí o sí ese día y en ese momento, mal empezaba la cosa…

       Cuando entré el el puerto deportivo ya vi que el travelift estaba esperándome en su sitio, al ser Zaldi un barco pequeño la maniobra de izado la realizó sin problema y en unos pocos minutos. Enseguida Zaldi fue llevado a las cunas donde iba a descansar en los días siguientes, y lo primero de todo fue someter al casco al fuerte chorro limpiador de agua de una karcher, así intenté quitarle las incrustaciones y algas que se habían adherido a su casco desde su último pintado.

El día de la salida del mar, Zaldi transportado por el travelift.

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Descansando en sus cunas

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Quitando incrustaciones con la rasqueta

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       Tras pasar la karcher al casco me percibo de que he cometido algún error, debido a mi inexperiencia he arrimado demasiado la boca de la  hidrolimpiadora al casco. Eso ha hecho que en algún pequeño punto el gelcoat se levante dejando a la vista la fibra del casco, ¡ que torpe ! me digo a mi mismo.

      A continuación llega el turno del pelado del casco (eliminar las viejas capas de pintura), para ello comencé con una lijadora eléctrica pero enseguida me di cuenta de que aquello podía ser eterno. Una persona que me vio allí me aconsejó utilizar decapante, así lo hice y solo puedo decir alabanzas del producto. El decapante se aplica con una brocha y se deja que actúe unos 10 ó 15 minutos, seguidamente con una rasqueta y sin apenas esfuerzo se va recogiendo toda la vieja pintura del casco que ha sido reblandecida por el producto. Muy importante, no olvidar usar guantes, el decapante ataca a la piel de forma muy agresiva, a mi se me rompió un guante en un momento dado y el dedo sufrió las consecuencias…

 

El decapante usado

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Y el dedo afectado

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Desconchones de gelcoat

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         Tras limpiar a conciencia con rasqueta consulto con algún amigo, y experto en estos temas, una solución para los desperfectos del casco. Mi amigo me inspecciona el casco y su respuesta es clara y rápida, “utiliza epoxi para sellar el casco”. Mi amigo me pone al corriente de varias marcas que él conoce pero me aconseja la que usa, West System. Me da unas concretas instrucciones de uso del producto, seguir sus consejos al pie de la letra fue decisivo para el óptimo resultado final de los arreglos.

 

El epoxi, el catalizador para conseguir la mezcla y los polvos de silicio para engordarla y poder trabajar con ella.

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         El epoxi requiere usarse respetando concienzudamente las proporciones de la mezcla, hay que usar una parte de catalizador por 5 partes de Epoxy. Para conseguir las proporciones adecuadas la marca vende unas mini bombas que extraen los líquidos de sus embases con las cantidades justas de cada uno. Dichas mini bombas cuestan la friolera de 33 euros la pareja, asi que mi amigo me aconsejó usar un método igualmente fiable, dos jeringuillas graduadas de gran capacidad de 6 cl, pude encontrarlas sin problema en una farmacia bastante más baratas que las mini bombas, 5 euros la pareja.

Para trabajar con mezcla es necesario engordarla, ya que de por si es bastante líquida y no nos valdría para trabajar sobre una superficie vertical. Para ello, hay que sumar a la mezcla resultante del epoxy y el catalizador, polvo de silicio. Este lo iremos añadiendo poco a poco hasta conseguir el engorde deseado, para hacerse una idea del mismo imaginar la textura de una pomada.

 

Imágenes de la mezcla conseguida lista para trabajar

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      Existen dos tipos de catalizadores para conseguir la mezcla, la diferencia radica en el tiempo que nos dejará la mezcla optenida trabajar con ella antes de que se endurezca, son los catalizadores rápido 205, y el lento 206. Yo usé siguiendo los consejos recibidos el lento, este me permitió trabajar con la mezcla entre 20 y 30 minutos, hay que saber que la temperatura ambiente afectará al tiempo óptimo de trabajo con las mezclas. Así, por ejemplo, el primer día trabajé a unos 18º ó 20º C y la mezcla la podía usar durante casi 30 minutos, pero al día siguiente trabajé a más de 25ºC y apenas podía trabajar 20 minutos antes de que se endureciera. Otra cosa muy importante, hay que ir haciendo mezcla en cantidades pequeñas, de manera que nos de tiempo a aplicarla antes de que se seque y no desperdiciar nada, las cantidades con las que yo trabajé fueron 5ml de catalizador por 25 ml de epoxi, de esta forma conseguí no desperdiciar mezcla y trabajar seguro con ella.

        Tras reparar con epoxi los daños, procedí a desengrasar con acetona todo el casco y posteriormente lijarlo. Aquí tengo que nombrar y agradecer a mi amigo Juanan que me prestó su lijadora orbital. Una vez que lijé, lavé y sequé toda la obra viva del casco este ya estaba preparado para recibir dos manos generosas de imprimación de epoxi. Utilicé imprimación epoxi Titan yate, la primera mano se la di el viernes sobre las 15 h y la segunda el sábado a las 14 h. Luego volví a lijar con un grano muy fino y dejé preparado para pintar el domingo.

 

Con la imprimación dada

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        La orza recibió un tratamiento contra el óxido, lo hice siguiendo igualmente consejos de personas puestas en la materia. Al apéndice inferior del barco le apliqué Xylacel metal, una imprimación que transforma el óxido.

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La orza con el tratamiento recién aplicado

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Y con el tratamiento ya seco

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       El domingo al mediodía llegó el turno de aplicar la pintura antifouling, salió un día muy caluroso por lo que las dos manos pude aplicarlas con un par de horas de diferencia, una vez pintado el barco daba gusto verlo listo para navegar, el momento de devolverlo a la mar sería al día siguiente.

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Devolviéndolo a su medio

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Algunos consejos y conclusiones sacadas del trabajo:

       Usar ropa y protección adecuada, los productos que se manipulan son tóxicos y conviene taparse bien, yo utilicé gorros desechables, máscaras con filtro, gafas protectoras, y guantes de vinilo.

        Decapar un casco de antiguas pinturas, lijarlo, aplicarle epoxi, darle imprimación y pintarlo es un trabajo que exige paciencia y dedicación, no hay que tener prisa, más vale perder un día más en dique seco que hacerlo a medias. No son trabajos complicados, pero conviene dejarse aconsejar por quien sabe, yo así lo hice y me fue bien, nunca había hecho algo parecido, mi relación con la pintura y rodillos no iba más allá del pintado de las paredes de casa… Ha sido mi primer pintado de un casco, por ello no puedo más que sentirme satisfecho por el trabajo realizado.

       Podría decirse que he intimado con mi velero, he visto sus heridas de guerra producidas en los 30 años que lleva a flote, le he acariciado estando desnudo sin pintura y casi casi podía escuchar, escondida entre las antiguas capas de pintura, alguna ola del Mediterráneo…Zaldi, mon amour.

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